Micaela Ocampo

Como médica, soy proactiva y apasionada, siempre ansiosa por sumergirme en mi labor. Mi compromiso inquebrantable se refleja en mi enfoque en brindar atención excepcional, dedicando tiempo y esfuerzo a cada paciente. Mi entusiasmo constante me impulsa a buscar formas de mejorar los procesos médicos y la calidad del cuidado. Mi energía y devoción aseguran que mi equipo y yo proporcionemos un entorno eficiente y una atención óptima, marcando una diferencia significativa.

Mi tiempo en el Hospital General IESS Ibarra me permitió conocer una gran cantidad de áreas médicas. En el área de obstetricia, se me permitió asistir a mujeres durante el parto, siguiendo su proceso prenatal y compartiendo la alegría del nacimiento. En pediatría, cuidados intensivos y neonatología, me sumergí en la dedicación necesaria para atender a los más jóvenes y a aquellos en estado crítico, aprendiendo sobre monitorización y decisiones vitales. En cirugía general, fui parte de equipos que llevaban a cabo intervenciones diversas, desarrollando más el conocimiento anatómico y participar como primer asistente en varias ocasiones. Participar en atención comunitaria me mostró la relevancia de llevar la salud más allá de las paredes del hospital, conectando con la comunidad para promover bienestar. En medicina interna y reumatología, tuve la oportunidad de explorar diagnósticos complejos y terapias especializadas, conociendo el arte de la atención a largo plazo y el manejo de condiciones crónicas. Cada una de estas experiencias hizo que mi rotación por este hospital sea la experiencia más valiosa y enriquecedora como médico en formación. Mi tiempo en el Hospital Asdrúbal de la Torre donde realice mi año de salud rural me introdujo en un espectro diverso de atención médica. En la consulta externa, me enfrenté a patologías ampliamente prevalentes en Ecuador, como enfermedades respiratorias como la neumonía y el asma, así como afecciones gastrointestinales como la gastritis y la colitis y al triste panorama de la desnutrición, la violencia infantil, el abandono de los adultos mayores, momentos que se quedaron grabados a lo largo de mi carrera. En el servicio de obstetricia, experimenté el proceso desde el embarazo hasta el parto, acompañando a madres en situaciones diversas. Los turnos en emergencias me expusieron a urgencias comunes, como crisis hipertensivas y accidentes cerebrovasculares. Participar en traslados de pacientes en ambulancia me permitió garantizar su bienestar durante el viaje, en ocasiones llevando pacientes con traumatismos cráneo encefálicos o politraumatismos por accidentes de tránsito. Mi experiencia en este hospital reforzó mi comprensión de que la medicina abarca más que la ciencia, demanda humanidad y toma de decisiones cruciales en cada paso del camino.

Después de años de mi formación universitaria como médico, considero que lo más esencial es haber asimilado un sólido cimiento de conocimiento médico. Este fundamento abarca desde los pilares anatómicos y fisiológicos hasta las fronteras de la investigación médica contemporánea. La capacidad de realizar diagnósticos precisos y evaluar tratamientos basados en la más reciente evidencia científica 

Más allá de las habilidades técnicas, valoro profundamente la importancia de haber cultivado la vocación y el humanismo médico. Esta conexión personal con la profesión, unida al respeto por la ética y la responsabilidad hacia los pacientes, sientan las bases para una atención compasiva y centrada en las necesidades de cada individuo.

La colaboración en equipos interdisciplinarios, la adaptabilidad para abrazar las evoluciones médicas y la humildad de reconocer que siempre hay más por aprender complementan este panorama. Además, la honestidad, la sencillez y la cortesía en la comunicación con los pacientes y colegas construyen un enfoque integral y respetuoso en la práctica médica.